martes, 29 de abril de 2008

Milagro

EW Madrid 28 de Noviembre de 2006

Ni siquiera la generosidad del plural. La veo (o más bien la escucho) algunas veces en la oficina.
Ni alta ni baja. Enjuta, de facciones afiladas. Pelo corto, bien vestida como se debe. Me la presentaron una vez. Refunfuña hola y hasta luego.
La escucho ladrar mientras las ecuaciones que escribo me parecen triviales, matemática insuficiente.
Palabras sueltas, con filo de crueldad y frío sin sol y sin remedio. Milagro, la de la mirada inquisitiva. Se que tiene hijos, pero imagino una teta dura y seca, el desdén de labios demasiado finos. Sexo trabajado y ruidoso de ternura no aprendida. ¿Y su esposo? ¿Su niñez? Quién le habrá enseñado la crueldad. Mi idioma, mi castellano, roto en estallidos descargados al estilo de un japonés de película americana.
Mi corazón, detenido hace ya tiempo en dos canciones republicanas, fuera de lugar y de personaje en ese Buenos Aires llovido de mi infancia, se pregunta, piensa ¿De cuál de las dos Españas es ella? Pobrecita España, pensando en que yendo al Corte Inglés podrá borrar esa tarde de Galicia en la que una pedrada y un insulto mataron por generaciones el misterio de la lengua de las mariposas.
Cierro la puerta y una vez mas tacho y escribo sin encontrar solución a estas ecuaciones desdibujadas, escucho una voz lejana y desafinada, de rebelión y utopía que ya contenía a esta Milagro, “en el tren que va a Madrid…… ”

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